La idea religiosa de por sí es una paranoia sistematizada más obsesión en ella; también se imaginan seres –dioses- que uno puede creer que le vigila constantemente -manía persecutoria-, y a los mismos se les tiene fobia, ésta además la suelen autorreprimir los creyentes con ayuda de solapamientos autosugestivos como forzando creerse que sienten cosas maravillosas por esos seres -no sea que se los coma crudos-. Su escenificación espacial mental interior además tiene casi siempre el mismo decorado con pocas variaciones –los mismos seres, los mismos códigos, los mismos comportamientos, los mismos fines, etc.- anulando una capacidad creativa divergente. Por otra parte, el creyente siempre tiene una sensación subconsciente de claustrofobia sobre lo que imagina, dado que concibe su espiritualidad obligada como una jaula de la que no puede escapar o liberarse.
Con el rollo esquizo afectivo, transtorno bipolar, la atrofia de habilidades racionalizadoras por deformación de uso, la auto traumatización por represión de su naturaleza sexual, se forja una gruesa base psicológica que obviamente predispone a toda suerte de problemas psicológicos
Félix Zacarías
1 comentario:
Tal vez por eso quienes dejamos la religión tenemos una sensación de libertad muy grande... como alguien que acaba de salir de prisión o que se acaba de liberar de un tirano.
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