Cuando la cura es mas fuerte que el veneno.

Por: Roberto I. Márquez (wambox)

Dicen que existen 2 temas que jamás se deben de tocar durante la hora del Té; La política y la religión y es precisamente este último tema, del cual hablaremos hoy.

Es común que durante un debate, en el cual se toca la religión, uno de los argumentos que salen en defensa de los Teistas, es que la religión ha logrado grandes avances en la sociedad, que su impacto e influencia es indispensable para el desarrollo de la sociedad y que simplemente, si las organizaciones religiones no funcionaran, el sistema de salud de un país caerían cual torre de naipes.

Desde mi punto de vista, es imposible negar que existan asociaciones cuyas bases religiosas permiten ampliar sus servicios a personas que aun no participen activamente en su propia iglesia. Sin embargo dicha afirmación no responde a la pregunta básica; ¿Es necesario la religión para poner en marcha dichos programas sociales? Y la respuesta es no.

Si bien es cierto que las “organizaciones ateas” aparentemente no son de relevancia para la sociedad, esto no es más que el resultado de la falta de organización y unidad de las personas que crean y ponen en marcha proyectos cuyo único fin es ayudar. Y es esta misma unidad la que las diferentes iglesias han sabido aprovechar.

Lamentablemente muchas iglesias ponen en marcha proyectos que, aunque en apariencia pudiesen parecer tener la finalidad de ayudar a la gente, en realidad no es más que un señuelo –realmente efectivo.- para ganar adeptos.  

Estos “señuelos” trabajan de diferentes formas pero básicamente se encargan de primera instancia de mejorar su imagen y el impacto que esta iglesia tiene ante la sociedad, en segunda se encarga de integrar miembros de la sociedad, cuyo interés es realmente ayudar y por último es tratar de convencer a los desafortunados de unirse a la iglesia.

Pero, ¿Es realmente ético el tratar de integrar a la iglesia, personas que dada su situación son realmente vulnerables? Y si es así ¿Cuál es el verdadero precio que tienen que pagar aquellos miembros que solo intentan salir de su infortunio?

Si bien, en todas las sociedades aprovecharse de personas vulnerables es un acto aberrante, las iglesias ponen a un lado la ética y la moralidad, cuando se trata de ganar adeptos. El precio que realmente pagan en muchas iglesias es realmente caro, en primera instancia el nuevo miembro se ve obligado a traicionar sus propias tradiciones y costumbres, además se ve obligado a trazar una línea ante la sociedad, solo puede recibir la ayuda de la iglesia y solo puede brindar ayuda a la iglesia y por último el nuevo miembro se ve presionado para modificar sus rutinas de vida, incluyendo cambiar de trabajo, escuela y casa con el fin de apoyar incondicionalmente a su nueva familia.

Además, son constantemente sometidos a charlas, retiros, congresos, posadas y reuniones en las que solo se habla de la veracidad de la iglesia, de las obligaciones de los miembros a las iglesias y por supuesto de cantidad de experiencias y comentarios que respaldan la eficacia de la iglesia y sus métodos para solucionar multitud de problemas, ya sean físicos, sociales, económicos, de salud y trabajo.

Desafortunadamente la desesperación y en muchos casos la pobreza, son las cadenas que sujetan a las personas con las nuevas iglesias, las cuales crecen a un ritmo acelerado como una respuesta ante las necesidades las personas, necesidades que desafortunadamente nunca se llegan a solucionar.

Es este lobo disfrazado de oveja, el cual paradójicamente contradice el argumento que sostiene que la religión es necesaria para poner en marcha programas de ayuda, los cuales simplemente actualmente son funcionales gracias a muchas personas y organizaciones ateas, sin tener un trasfondo religioso y sin secuestrar la comida y la ayuda en nombre un Dios.

Este post es una colaboración, traida desde la Boutique Atea