miércoles, 3 de julio de 2013

El hombre moderno: una contradicción natural y evolutiva.

Desde hace décadas, una ola de buenos valores comenzaron a fluir por el mundo. La fracasada humanidad de las guerras mundiales generó una sensibilidad extraña en el planeta. Los ciclos históricos repetían incansablemente la desdichada situación: oscuridad y renacimiento. Pero, esa sensibilidad no fue lo suficientemente contagiosa, la humanidad siguió el camino de la depredación, la explotación y la injusticia incalculables. ¿Que nos detiene? Nada en absoluto, seguimos pensando que nuestra existencia preferencial otorgada por unos dioses imaginarios es la justificación perfecta para devorarnos cuanta cosa aparezca en el camino. Occidente se levanta honroso y se permite orientar al mundo bajo sus principios adaptativos.
Cuando los científicos proponen la teoría evolutiva, las religiones brincaron estrepitosamente, no era posible admitir que la imagen que su dios nos regalo, se cambiara por el rastro genético en la transformación de los primates y otras especies. La teoría de la evolución concluyó de manera categórica nuestra descendencia animal y nos desligó radicalmente de la voluntad divina de la creación. Somos animales, y no solo habitamos este planeta si no que, lo compartimos con otras especies de la naturaleza.

Pero la naturaleza, creadora y proveedora no previó su mismo desastre. Aquel simio erguido ahora amenaza con destruirla, arrasa con sus manteles verdes, asesina, sacrifica y flagela exageradamente a sus hijos animales; los mata por placer y come por obsesión; dignifica seres invisibles, justifica la agresión, contamina sus venas vivas, mutila tus cordilleras, oscurece su aire, riega sus entrañas en los mares, convierte lo natural en dañino y se reproduce sin control. 
¿Es el hombre una contradicción natural? La humanidad se desligó totalmente de quien la vio nacer (Naturaleza) y se olvidó por completo de aquellos quienes la vieron crecer (Animales). 
La contraevolución (Hombre moderno) ha pretendido globalizarse en las últimas décadas, las sociedades coherentes del Oriente sienten un influjo invasor que arrasa con sus culturas adaptativas, las arrincona sin más opciones a veces que subyugarse. En hispano América nos cortaron el vínculo natural que nos unía con la esencia misma, con la “pacha mama”.  
Lo esperanzador y positivo, es que la Humanidad moderna puede ser solo una desagradable y fugaz fracción del ciclo material del universo y el planeta, solo nos queda reflexionar si esa capacidad enorme de destruir la propia naturaleza, bastará para extinguir millones de años como si se tratara de un parpadeo.
El hombre moderno es, sin duda, una contradicción natural.

Publicado Originalemente en Palabra Atea Blog

M. Alejandro Lemus.
Administrador Público.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Conflicto religioso en Colombia, miradas desde una perspectiva secular.

Constitucion Politica Colombiana

M. Alejandro Lemus
Adiminstrador Publico Territorial.
Ocaña, 20 de diciembre de 2012.
 
Reflexion sobre el conflicto religioso colombiano y el papel del ateísmo en el contexto religioso y espiritual de la sociedad colombiana. 
El secularismo como parte del conflicto religioso a través del presunto Estado laico.
¿Existe un conflicto religioso en Colombia? En la aparente paz civil, consideremos la anterior pregunta, pues de manera constante el nacimiento y crecimiento de diferentes tipos de creencias o instituciones religiosas muestran que es necesaria la reflexión sobre este tipo de fenómenos sociales tan poco hablados. Los ateos no debemos ser indiferentes, estamos en medio de una conflictividad tal vez espiritual o moral, ritual o mística impuesta desde el Estado y desde la confesionalidad de una gran mayoría en Colombia. A pesar de que el Estado Colombiano se expresa como un Estado social de derecho, la Carta Magna exhorta a dios en su preámbulo:  “…invocando la protección de Dios…” presentando así una clara posición religiosa y desde luego, la representatividad de millones que así lo creen. Por otro lado, existe en Colombia una ley sobre libertad religiosa, (133 de 1994) donde se expresa que “el Estado no es ateo, agnóstico, o indiferente ante los sentimientos religiosos de los colombianos” garantizando la libre confesionalidad, la libertad de culto, su expresión pública o privada, aclarando que “Ninguna Iglesia o confesión religiosa es ni será oficial o estatal” dado que la constitución del 91 separa a la iglesia católica del Estado.

Pues bien, está ley permite libertades religiosas, de culto, de creencias o la ausencia de éstas (capítulo II, art 6 numeral A.). Así pues, desde el Estado se confirma la existencia de un dios, que por lo tanto es el dios de los colombianos. Según lo anterior, se da una generalizada idea de la existencia legal de dios como un ente jurídico para el Estado y un ente divino-legal para la nación. Choca la supuesta neutralidad del Estado colombiano con el preámbulo de la constitución y es demostrable la falsa libertad religiosa o el falso carácter laico del Estado Colombiano.  De esta forma, “Para que Colombia sea un Estado verdaderamente laico, debe en primer lugar eliminarse del preámbulo de la Carta Magna el nombre de Dios” (Gamboa Ben-Eleazar 2011), pero quienes promovemos la neutralidad del Estado o su laicisidad, debemos ser consientes de que millones de personas independientemente de la forma, creen en el dios invocado por la constitución. Esto pone al descubierto un reto, el de sortear en este conflicto religioso que nos involucra, el proyecto neutral del Estado entre todas las creencias de la gran mayoría incluso de quienes ocupan cargos públicos.

 Tener en cuenta que la misma ley le otorga a las instituciones religiosas autonomías financieras y convenios o contratos que se estimen convenientes y que existe aun “el reconocimiento de personería jurídica de derecho público eclesiástico a la Iglesia Católica y a las entidades erigidas o que se erijan conforme a lo establecido en el inciso 1o. del artículo IV del Concordato, aprobado por la Ley 20 de 1974”. (Articulo 11, Ley 133 de ‘94) para entender la complejidad existente al interior del Estado colombiano en este tema y,  que en medio de este conflicto entre confesiones y creencias por la toma del poder y sus atribuciones “púdicas”, debemos concretar acciones que permitan una verdadera libertad y desde luego una verdadera liberación del Estado respecto a sus paradigmas morales que en evidentes hechos contradicen la resolución de problemas estructurales de la sociedad colombiana, dadas lógicamente por el desenvolvimiento de un conflicto silencioso: El religioso. [1][2]


[1] Revista Nova Et Vetera, de derechos Humanos. Escuela Superior de Administración Pública. Pág. 43-54
[2] http://www.banrepcultural.org Estado laico y catolicismo integral en Colombia. La reforma religiosa de López Pumarejo”. Ricardo Arias.
3 . imagen 1 :  elmurodelbarrio.blogspot.com
4. Articulo resumen.  

viernes, 14 de diciembre de 2012

Un dios a la medida.



M. Alejandro Lemus, Colombia.

Cuando un ateo Latinoamericano escribe sobre “Dios”, lo hace por el simple hecho de que es la representación divina más cercana a su entorno social, así que, aunque al ateísmo no es un rechazo a ese “único” dios, lo tomamos como un concepto que generaliza sobre los miles de códigos religiosos y mitológicos. Pero bueno, desde hace algún tiempo vengo escuchando un concepto religioso que me llama la atención, lo escucho de esos creyentes modernos o más jóvenes, quienes como cualquier cosa moderna, tratamos de ajustarnos a la moda y a los “nuevos virajes” del conocimiento científico. Sin embargo, este concepto es alimentado por pastores o lideres que intentan voltear la imagen del dios tradicional. Resulta que como es normal, hemos conocido a un dios (judeocristiano) figurativo del hombre, a su imagen y semejanza, tiránico y egocéntrico, que busca alabanza, perdona al arrepentido y se vale de sus secuaces para impartir justicia, salud y prosperidad. Los santos, la maría, Jesucristo divinizado, ángeles, arcángeles, espíritu santo, todo ellos como el batallón misericordioso que salva al mundo de las penas y del sufrimiento cada vez pierden credibilidad. Como lo dije, el conocimiento científico está derrumbando querubines, una película que vuelve a rodar unos cuantos siglos después, cuando cayeron en nombre del cristianismo antiguos dioses personificados y de mayor coherencia humana. 

Pues hoy, la imagen de dios es una representación única, solitaria, individual, donde la interacción con él es de manera directa, sin intermediarios, sin batallones, sin comisionistas.  Es una expresión donde se presenta al dios de occidente como un núcleo, el foco de toda sabiduría y expresión de misericordia, arrinconado por la ciencia y el mundo moderno a una simple idea todopoderosa, omnipotente, alejado de toda circunstancia conexa, como un vinculo extraño entre el “yo” y el “dios” de todos, que me escucha mientras escucha a miles. Es un dios creador, inventor, que mueve los hilos de la ciencia para permitirle al hombre conocer como actúa su voluntad, como hizo el universo, eso sí, espero millones de años para hacérnoslo saber. Un dios a la medida es lo más fácil para hacerle frente a las múltiples objeciones.

Las contradicciones teológicas llegan a un punto de no retorno, se estancan en una esquina, acorraladas, sumisas esperando solo el golpe final… la ciencia está cerca de encontrar respuestas profundas, pero la argucia cada vez se camuflará déjenme decirlo, de manera estúpida. 

Sostener ese divino aparato es costoso, quema neuronas, quita esperanzas, borra ilusiones, suprime la innovación y descarta la esencia del hombre, arropa la belleza femenina, la fracciona y la humilla, tiene la negación de la negación, si imprime sobre papel mojado y retiene el tiempo en la oscuridad.  No importa que alaben, que amen, que imploren, que expresan hermandad, en el fondo la cultura religiosa esconde el peor de los males: la esperanza perdida en futuros inciertos y verdades fantásticas. 



martes, 19 de junio de 2012

La odio

La odio porque es intolerante, aunque no lo admita, y se vanaglorie de ser portadora de amor, justicia y comprensión, nunca mostró nada de eso, siempre la vemos insultando a quien no la sigue ciegamente o quien hace cualquier cosa que no está de acuerdo con ella y sus reglas estúpidas.

La odio porque es retrógrada, aborrece el cambio, el progreso, las cosas nuevas, sin siquiera considerarlas, rechaza de plano  todo lo que es diferente a lo que dice, y no está, ni va a estar dispuesta a admitir el más mínimo error. Se conforma con la ignorancia, o lo que es peor, con tener respuestas falsas, ridículas, y que nada tienen que ver con la realidad. Las ideas diferentes la incomodan, la amenazan.


La odio porque ve el Mundo en blanco y negro, para ella no hay matices, pone las palabras por sobre la realidad, si  alguien hace una acción que no concuerda con su doctrina, la condena, ni siquiera intenta comprender la situación de esa persona y las verdaderas consecuencias de sus actos para consigo mismo o los demás, no importa si no perturba a nadie más, la declara culpable: infierno. Juzga incluso los sentimientos de las personas, sin importar lo que hagan, qué tanto autocontrol se impongan, qué tanto se esfuercen por ser civilizados, si piensan en algo “impuro”, para ella son culpables.


La odio porque quiere meterse en mi cabeza, el único lugar donde puedo ser real y perfectamente libre, porque pueden encerrarme y prohibirme que me mueva, que hable, que haga algo, pero nadie me puede prohibir pensar, y ella quiere meterse también ahí, con lo más íntimo, NO, no pienso dejarle entrometerse. Para ella pensar es un pecado, y los humanos no evolucionamos durante tanto tiempo para no usar lo mejor que tenemos, que es nuestro cerebro.


La odio porque abusa de la fragilidad mental de los más chicos, llenándoles la cabeza antes de que sean capaces de entenderlas, para que luego teman cuestionarlas, y así convirtiéndolos en fundamentalistas desde pequeños, asustándolos con la idea del infierno, cercenando brutalmente su curiosidad, lo más valioso que tienen, enseñándoles que lo que está bien y lo que está mal depende de lo que les digan, y no de lo que realmente afecte a los demás, dejándolos incapaces de desarrollar un verdadero sentido de lo moral.


La odio porque dio lugar al negocio más grande de la historia, para que los que están a cargo vivan como reyes, olvidándose de quienes no tienen nada, porque de todas formas: “ya Dios los llevará a la gloria eterna”.


La odio porque generó más conflictos, guerras y muertes inocentes que cualquier otra cosa en la historia de la humanidad.


Por todo esto y por varias cosas más, odio la religión, la fábrica perfecta de ignorantes, intolerantes, homofóbicos, racistas, xenófobos, genocidas, misóginos, idólatras, déspotas e hipócritas.

Ateos en google+

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