¿Quién es el presidente de
Colombia? ¡Cesar Gaviria Trujillo!!! Preguntaba mi mamá y yo respondía. 4 años y medio me contaban, cuando empezó
a aplicarse en Colombia la política económica a la que hoy le hago oposición.
Junto a esa enérgica respuesta mía, se encontraban varias cosas que hacían eco.
Acuñada entre las latas del techo una imagen,
la de un hombre pensativo, con bigote y mirando hacia un lado: Pablo
Escobar, el posterior Narco más conocido en la historia de Colombia, en una mesita un
periódico doblado cuidadosamente, con la trágica noticia del asesinato de otro hombre con
bigote, más claro en esta ocasión, pero igualmente pensativo y con mirada
lejana, el Inolvidable Luis Carlos Galán, mi abuela liberal de aquellas que marcan
el primer logo “L” en el tarjetón y mi papá detallando un grito efímero y
libertador “Maldito Gobierno” frente a un contingente militar que iba de paso, una
de las cosas que presumo y que filtro de su vida bohemia, lógicamente
ninguna de esas cosas las entendía y que hoy las valoro de forma concreta.
Esa vida bohemia que mencioné,
hizo que mi madre nos llevara a una
tierra un tanto familiar, pero lejana, más caliente y difícil, pero no por eso
imposible de vivir. Reconozco siempre mi facilidad de adaptación y tal vez eso
ayudo a seguir adelante, aunque tuve razones justificadas para llorar y
perturbar la situación, pero al final la marcha continuó, mis 7 años ya casi
llegaban. Así comenzaron a llegar las tareas y las ocupaciones, salía
de la nueva escuela y recogía a mi
hermanita, algo esperaba en la casa, hacer tareas era mi pasion.
Cada papelito, letrero, aviso o
anuncio, era para mí una oportunidad de conquista, así lo creía. Se vende!! Se
arrienda!! Arreglo de ropa!! Las mejores comidas a la carta!! – si hijo eso
dice respondía mi mamá.
Visitando TIA, un almacén que ya
desapareció, me fijé en unas canastas hechas en tejidos de metal, repleta de
miles de pequeños libritos, cada una con una historia que contar, los miré los
detalle… no lo podía creer, además su forma de juguete que me disparó la
curiosidad. Le pedí a mi mamá que me
regalara varios de esos, pero no le alcanzaba, tal vez en otra
ocasión será, de pronto sacó plata y pagó 50 pesos y me lleve el que tenía
por título, los viajes de Gulliver . En
ese momento comenzó mi propio viaje, el que la lectura nos inventa, me enamoré
a primera vista de lo que nunca he dejado ni desencantado , la lectura es para
la mente, lo que el ejercicio al cuerpo…la que ejercita tus pensamientos, le abre
fronteras a tu conocimiento, te transforma, te regala un teatro personal, te ayuda a crecer y entender miles de cosas, sin validez aquella frase que dice : “lee poco y entiende, y no leas tanto que
enreda”.
Un ser libre no es el que anda y hace lo que quiera, un ser libre
despierta cuando valora el infinito recurso de la humanidad. Yo apenas abro lo
ojos, y me doy cuenta de tantas cosas, gracias… al
librito aquel.
Mario Alejandro Lemus
http://palabratea.blogspot.com/
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